martes, 9 de abril de 2013

Técnicas para la restauración de piezas arqueológicas


   En las anteriores entradas hemos hablado sobre algunos de los tesoros que han sido encontrados o rescatados del fondo del mar como el Tesoro de las Mercedes o el Titanic, pero ahora la duda es: ¿cómo se consigue que las piezas encontradas estén "relucientes" cuando son expuestas en los museos para el público?


    Para ello, se emplean procedimientos y técnicas químicas para poder eliminar las capas de óxido y de algas junto con microorganismos. Los objetos metálicos rescatados (pecios: fragmentos de naves sumergidas en grandes masas de aguas; monedas...) no suelen encontrarse en su estado original debido al medio en el que se encuentran, hecho que permite las diferentes capas formadas anteriormente nombradas, a la salinidad y también al oxígeno,elemento corrosivo para estos objetos además del hecho de estar en una disolución acuosa que permite que iones metálicos del compuesto sean arrancados generándose iones de hidronio (H3O+).




  Una de las técnicas empleadas es la restauración catódica (imágen), técnica electroquímica. Se basa en someter a la pieza al proceso de electrólisis: la pieza a restaurar actúa como si fuese el cátodo, y usando como ánodo semiconductores de la electricidad como lo son el grafito o el carbón. Así pues, al conectar el ánodo al polo positivo, el cátodo al negativo y activando la corriente eléctrica, se genera en el cátodo (donde se encuentra la pieza) burbujas de hidrógeno en su superficie y la reducción de óxidos a su estado metálico (p. ej., de FeO, óxido de hierro, a Fe, solamente hierro). Estas burbujas permiten que la pieza sea limpiada y las capas sean eliminadas al desprenderse de la superficie. Para que esto ocurra, ambos electrodos deben estar sumergidas en una disolución que permita el paso de la corriente: estas disoluciones se denominan SSE (Sistema disolvente-electrolito soporte).



  También se emplean técnicas químicas comunes divididas en tres etapas: tratamiento previo, limpieza de la pieza y consolidación final. La primera fase consiste en liberar las capas adheridas mediante frotación con cepillo o punzones tras haber estado en una disolución de xileno (dimetilbenceno, un buen disolvente). Acto seguido, la limpieza se lleva a cabo dependiendo del metal que sea: o bien con mezclas de ácidos con alguna sal (Sulfúrico, Clorhídrico e hipoclorito sódico: H2SO4 + HCl + NaClO) para piezas de oro y metales preciosos; o bien ácido nítrico semineutralizado (HNO3) o ácido oxálico (HOOC-COOH), ácidos no muy fuertes para evitar una grave degradación del hierro.

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